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subida

Vivimos un momento crítico. El encarecimiento sostenido de los precios está penalizando terriblemente a la clase trabajadora, en especial a aquellas personas que reciben las rentas más bajas. Si en 2021 acabamos el año con un IPC del 6,5% (la tasa más alta de los últimos 10 años), en lo que llevamos de 2022 el IPC se ha situado ya por encima del 10%. El invierno está a la vuelta de la esquina y el coste de la energía eléctrica se ha disparado aún más que a finales del año pasado (50€/MWh era el coste en mayo de 2021, el pico histórico de diciembre de 2021 alcanzó los 380€/MWh, mientras que en agosto de este año se ha alcanzado la cifra récord de 459€/MWh).

El transporte ha sufrido un incremento de más del 16,2%, pese a las cacareadas medidas del plan de choque. La vivienda sigue subiendo a una tasa anual del 23% respecto del año anterior. Como resultado de todo esto, en la actualidad hay un 43% del inquilinato (3,2 millones de personas) que pertenecen a hogares en riesgo de pobreza o exclusión social. Los alimentos suben un 13,5% respecto al año anterior. Por no hablar de la subida de los tipos de interés y su repercusión sobre las hipotecas y la clase trabajadora. Sigue leyendo

Uno de los motivos recurrentes utilizados durante los últimos años por las entidades financieras para justificar el recorte de gastos y el despido de miles de personas (Gráfico 1) ha sido su baja rentabilidad (Gráfico 2). Una supuesta baja rentabilidad motivada en gran medida por unos márgenes financieros lastrados por tipos de interés negativos. Tipos, por otro lado, inducidos por la aplicación de políticas monetarias llevadas a cabo por el Banco Central Europeo para reactivar la economía tras la crisis financiera iniciada en el año 2008. No obstante, habría que matizar que para ellos, todo lo que sea una rentabilidad por debajo del doble dígito es una baja rentabilidad, que en cualquier caso nunca ha estado reñida con la obtención de beneficios récord (Gráfico 3). Sigue leyendo

La pérdida de poder adquisitivo de las personas que trabajamos en el sector bancario, tras la firma por parte de los sindicatos CCOO, UGT y FINE del XXIV Convenio Colectivo de Banca, no parece tener límite. A mes de julio, con un IPC publicado del 10,8%, esta pérdida ya ha alcanzado la nada desdeñable cifra del 16,10% en tan solo dos años.

La ridícula subida pactada del 1% para el año 2022 nos coloca, “gracias” a estos sindicatos, como el sector con menor incremento salarial de todo el país. Justamente en un sector que está batiendo récord de beneficios año tras año.

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